jueves, enero 13, 2005

Recuperacion del 25 de Mayo

El 25 de Mayo fue inaugurado en 1929 y por su acústica le decían el petit Colón. Allí cantaron Gardel y Magaldi. Pero en 1982 cerró y casi reabre como discoteca. La gente logró que la Ciudad lo comprara.

Hicieron de San Martín en su escenario, festejaron el carnaval en sus salones y hasta se sintieron grandes cuando el acomodador los dejó ver una prohibida para 18. Y a todos se les vino el alma al piso cuando vieron que esas mismas butacas por las que había pasado una parte de sus vidas iban a parar a un contenedor. Pero no bajaron los brazos: durante ocho años recorrieron decenas de despachos hasta que lograron que el Gobierno porteño decidiera recuperar su cine-teatro: el 25 de Mayo de Villa Urquiza.

La Secretaría de Cultura de la Ciudad compró el edificio en marzo de 2004 y ahora acaba de lanzar una licitación para restaurarlo. La refacción había sido anunciada para abril del año pasado, pero —según explicaron las autoridades— fue postergada para ponerse de acuerdo con los vecinos acerca de cómo y para qué recuperarlo. Cuando terminen las obras, con un presupuesto de $ 8.433.000 (ver Respetarán...) se convertirá en el noveno centro cultural que depende de la Ciudad, pero será el único que tendrá una gestión compartida con sus vecinos. Y, por supuesto, volverá a dar obras de teatro y a proyectar películas.

En la avenida Triunvirato 4440, el cine-teatro 25 de Mayo es mucho más que una sala de barrio. Fue inaugurado en 1929 y, por su acústica y su arquitectura italiana, lo llamaban el petit Colón. Allí se presentaron artistas famosos, como Carlos Gardel y Agustín Magaldi, pero también las murgas de los corsos y los chicos de las escuelas. Por eso, por historia y corazón, se ganó el título del teatro de Villa Urquiza.

Y así lo entendió un grupo de vecinos que no se resignó a que, a partir de su cierre en 1982, corriera la misma suerte que los otros cinco cines que había en el barrio y en los que hoy funcionan torres y garajes.

"Nos tenemos que ir a Belgrano para ver una película —protesta Mario Masquef, uno de los primeros que se sumó a la lucha vecinal—. Y no es lo mismo: las de Cabildo son grandes cadenas y éste era nuestro cine." Alberto Schiro, iluminador y vecino de la calle Bauness, aún recuerda las giras de las compañías de radioteatro: "El teatro se llenaba y a veces había gente en la calle." "La idea de construirlo se le ocurrió a un grupo de comerciantes de Triunvirato, por la prosperidad de la zona", apunta Mónica Dittmar, arquitecta y una de las fundadoras de "Vecinos por el 25 de Mayo". Este foro, que agrupa a 20 asociaciones vecinales, comenzó a trabajar en 1996 ante el rumor de que en el edificio iban a construir una discoteca. "Veíamos que sacaban camiones con escombros y nadie nos explicaba qué estaban haciendo", recuerda el comerciante Víctor Liberman, mientras recorre el teatro con Clarín.

A partir de ese momento, el foro comenzó a juntar firmas (llegaron a 5.000) y a presionar para que la Comuna parara la obra. Desde legisladores y funcionarios hasta personajes de la cultura pidieron ayuda a todo el mundo. Los resultados llegaron varios años y muchos dolores de cabeza después. La Ciudad lo compró en 2004 por $ 5.520.000, bastante más de los $ 300.000 que facturaron sus arquitectos en 1929.

"Nos sentimos muy satisfechos, no sólo porque estamos recuperando una sala de gran valor patrimonial, sino porque tiene detrás una formidable lucha vecinal que merece ser escuchada", aseguró a Clarín el secretario de Cultura, Gustavo López. La lucha no impidió que sus antiguos dueños —según los vecinos, una inmobiliaria— derrumbaran el escenario y arrancaran las butacas. Por eso, convocan a los que tengan fotos antiguas, imprescindibles para la reconstrucción. Las reciben por mail (vecinosxel25demayo@yahoo.com.ar) y los jueves a las 19.30 en Bucarelli 2696.

"Queremos que nos den lugar cuando se decida la programación y que las actividades sean para todo el barrio, como era cuando el teatro estaba abierto", dice Jorge Mercado, un arquitecto que todavía se acuerda cuando las comparsas desfilaban en el teatro y el las veía asomado a la puerta. Ayer, entre los escombros del escenario, Magalí, su hija de 17 años, soñaba hacer lo mismo con su murga "Los endiablados de Villa Ortúzar".

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Creo que me emocione. Cuando lo pise me voy a sentir como mi abuelo. Estoy por llorar...

9:51 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home